El Diario de Eugenio narra los sucesos que cambiaron su vida cuando tenía 20 años:
Los parientes de Eugenio en Francia no dejaban de pedir a su padre dejarle volver a la patria. La tranquilidad reinaba desde que Bonaparte había tomado el poder. Su madre y sobre todo su abuela, temían morir sin haber abrazado al hijo tan amado. Temían que en caso de muerte, se le disputara la herencia. En una palabra, dieron tantas razones, que el padre decidió dejarle partir.
El 11 de octubre de 1802 Eugenio se embarcó en el buque que lo llevaría a Francia. No hace falta decir que la separación fue desgarradora; el padre, los tíos de Eugenio, sus dos amigos, hijos del duque de Cannizzaro, el tutor de ellos, el Sr. de Galembert y la sirviente Nanon, a quien no volvería a ver, derramaron lágrimas a la par de las suyas, que brotaban amargamente.
… Por fin, tras 14 días de travesía, llegó al puerto de Marsella. Así terminó la emigración de Eugenio
Diario del Exilio en Italia, EO XVI
“Las personas más hermosas que hayamos conocido son quienes han sabido de la derrota, pasado por el sufrimiento, conocido la dificultad, sentido la pérdida y han encontrado su camino para salir de esas profundidades.” Elisabeth Kubler-Ross
Los once años del exilio fueron el origen en el cual se formaría una espiritualidad profunda y duradera. Tardó otros cinco años de experiencias de vida para comenzar a hacerse visible. En su exilio supo de la derrota, del sufrimiento, de la dificultad, de la pérdida y de la inmersión en una egocéntrica vida aristocrática en la opulencia. Sería el amoroso abrazo de Jesús el Salvador, lo que le ayudaría a encontrar el camino para salir de esas profundidades – y llevarlo a ser la hermosa persona en la que se convirtió.