Eugenio debió verse como el “Señor de la Mansión”, pero el “señor” también estaba involucrado en la cosecha de uno de los productos de la granja en St. Laurent. La descripción juguetona del joven de 21 años, nos presenta un lado de Eugenio no encontrado a menudo en sus escritos.
Le escribí acerca de tener almendras sin cáscara. Hice descascarar cerca de 50 cargas [ed. Una carga es aproximadamente 100 kilogramos]. Para lograrlo, reuní todas las tardes a cerca de 20 mujeres. Les enseñé canciones y les hice reír. Cada noche cerca de las 11, cuando se iban, les hacía bailar en el piso de la trilla, con antorchas llameantes.
Un día, se me ocurrió la idea de acompañar a este grupo para tomar por sorpresa la casa de la anciana señora Gondranee. Con esto en mente, tomé una escalera que coloqué debajo de la ventana de la anciana señora. Subí la escalera y comencé a llamar a la señora Gondrane con los nombres más tiernos, lo que ocasionaba las risas del grupo. Ella respondió muy gentilmente. Le pedí me abriera la ventana; estaba por hacerlo cuando vi la forma de hacerlo yo mismo. La noble señora no sabía de dónde provenía mi voz; pensó que había subido al techo. Creí apropiado darle una linterna para que pudiera ver donde me encontraba y que llevaba una botella de vino blanco en mi mano. Parece que la anciana señora tiene gusto por esta bebida, así que imagina ver su gusto cumplido. Después de una breve charla, creí no había necesidad de cautela. Entré a su habitación y le presenté a mi grupo, mientras llegaban por el mismo lugar que yo. Bailamos un poco y le pedí que cantara para nosotros; sin mucho problema, gentilmente nos cantó Digne Janette, después de lo cual le deseamos una buena, santa y pacífica noche. Me bendijo, pidiendo a Dios le concediera el regalo de otra visita igual en diez años y habría continuado, de no haber salido por la puerta.
Teníamos un buen ambiente, por lo que tomé el brazo de la esposa de Jean Jauffret Frijat, que es de Moustier y sabe cantar. Fuimos entonces por todo el pueblo seguidos de toda la compañía, cantando y riendo. Nos detuvimos en las casas de quienes sabíamos gustaba de una buena broma y les llamábamos para que se asomaran a la ventana y pedíamos su permiso para cantarles algunas alegres canciones. Nos despedíamos en orden después de haberles entretenido espléndidamente. Cuando estuvimos seguros de haber despertado a todo el pueblo, nos fuimos a dormir, muy complacidos con nuestra aventura de esa noche, que duró hasta la una de la mañana.
Carta a su padre, Octubre 31, 1803, Biblioteca Mejanes, Aix.
Un atisbo a un joven de espíritu libre.
“Ser joven no tiene que ver con la edad, sino con la libertad del espíritu. Puedes conocer a alguien de 20 años que es aburrido y viejo, o a alguien de 70, que sea jovial y fascinante.” Lesley Lawson