Eugenio había logrado un éxito parcial en la mayor parte de sus tareas como miembro del trabajo de beneficencia para los prisioneros. Leflon nos describe su eventual fracaso en evitar que recibieran pan duro. La reacción tuvo como resultado la renuncia de Eugenio a su puesto:
“Sin embargo, no tuvo tanto éxito con Carles, el panadero. Muy por el contrario: los abusos que “Demazenod fils” se había atrevido a denunciar, fueron peor que nunca. A pesar de las frecuentes advertencias, el panadero siguió explotando a los prisioneros, pues era evidente que gozaba de cierta protección. Incluso llegó al grado de insultar a los Semainiers, cuando se quejaron con él de la mala calidad del pan. Finalmente los administradores se levantaron cuando uno de los directores recién nombrado, Jerome Vial, renunció en septiembre como protesta en contra de los intolerables insultos, por lo que decidieron presentar un ultimátum: una de dos—ya fuera que el Alcalde de Fortis reemplazara al panadero, o que dispensara a los miembros de verificar las entregas de del panadero. Sin embargo, el Alcalde de Fortis tenía la determinación de mantener el status quo, argumentando que el Semainier contaba con todo el poder necesario para ejercer un control eficiente.
Mientras tanto, Eugenio de Mazenod presentó su renuncia, al igual que su colega Vial. Pero mientras que la razón proporcionada por Vial había sido la imposibilidad “de cumplir en forma adecuada las obligaciones que cada uno de nosotros ha asumido al aceptar las tareas a las que fuimos convocados para compartir por igual,” Eugenio, por otro lado, se conformó con dar como razón, las cuestiones domésticas, “que están demandando todo el tiempo que quisiera dedicar a las tareas benéficas para las que había sido invitado.”
¿Sintió también que era inútil tratar de ayudar a los prisioneros, cuando las acciones encontraban obstáculos insorteables, al igual que la falta de interés de parte de sus colegas? ¿Alguien encontró que su celo juvenil era un tanto excesivo y fuera de la reserva tradicional de la organización?
Cualesquiera que haya sido el caso, nadie trató de evitar su renuncia. Si los prisioneros perdieran, las “Labores Caritativas” recobrarían su ritmo tranquilo, pues de acuerdo a los reportes de las siguientes reuniones, la organización se dedicó exclusivamente a tareas administrativas y a entregar los cheques sin demasiada preocupación hacia la caridad humana y cristiana.
Al menos la experiencia había sido útil al presentar a Eugenio una miseria material y moral que nunca habría sospechado existiera.” Leflon I, pág. 286
Todo esto fue una experiencia de aprendizaje para el joven Eugenio, quien estaba teniendo experiencias que cambiaban su vida justo en ese momento, en que le preocupaban las “cuestiones domésticas.”
“A pesar del desaliento y la adversidad, quienes tienen la mayor felicidad parecen haber tenido un aprendizaje de las dificultades, que les llevaron a ser más fuertes, más sabios y más felices.” Joseph B. Wirthlin