¡Cuántas veces en mi vida pasada mi corazón desgarrado, atormentado, se lanzaba hacia su Dios de quien se había apartado!
… Pude entonces, como en alguna otra ocasión, percibir la diferencia. Jamás mi alma quedó más satisfecha, jamás sintió más felicidad;
Diario de Retiro, Diciembre 1814, O.W. XV núm.130
¿Cuáles habían sido las elecciones de Dios en la vida de Eugenio? En el Colegio de Nobles, el niño de 9 años había recibido la primera comunión y confirmación, manifestando un vivo sentido de fe. En Venecia, su admiración por Don Bartolo y todo lo recibido de él y su familia, casi no le habría dado a Eugenio otra opción más que apegarse a las estrictas expectativas religiosas que había de él. La forma en que perdió su fervor religioso en Palermo y los primeros años de vuelta en Aix, nos hace preguntarnos qué tan profundamente había estado en él siendo niño y adolescente. Al pasar el tiempo en Aix y desilusionarse de su forma de vida, los sólidos fundamentos recibidos en Turín y de Don Bartolo parecen haber re-emergido. Vemos ahora al joven adulto tomando decisiones y elecciones como adulto y apropiándose de dichos fundamentos. Necesitaba la “vista de la cruz” con su convicción del imperecedero amor de Dios por él, para impulsarlo a dar su “sí” definitivo y nunca desistir.
Siete años después, seguía afirmando: “Jamás mi alma quedó más satisfecha, jamás sintió más felicidad.” Se trató de una serenidad que le acompañaría por siempre, y se convertiría en la meta de su vida como misionero: guiar a otros a la “vista de la cruz” y a la misma experiencia de resurrección y convicción serena, a pesar de las dificultades.
El ministerio de Eugenio y la invitación continúa para ustedes y para mí hoy en día: Si le permitimos guiarnos constantemente a la vista de la cruz, la misma experiencia de resurrección y convicción serena será nuestra, a pesar de las dificultades.
“A través de la mirada del Salvador crucificado vemos el mundo rescatado por su sangre, con el deseo de que los hombres en quienes continúa su pasión conozcan también la fuerza de su resurrección ” Constitución 4