Al mirar la cruz, Eugenio se dio cuenta de que:
Me encontraba en pecado mortal y era eso precisamente lo que ocasionaba mi dolor.
La etimología de “mortal” es que tiene conexión con la muerte. El pecado mortal es el que ha llevado a la muerte en la relación de una persona con Dios. ¿Cuál era el pecado mortal de Eugenio? ¿Era algo que había hecho? ¿Se trataba de un hábito de acciones de pecado? Nunca lo sabremos, y tiene derecho a su privacidad. El mismo texto del Viernes Santo, sin embargo, me lleva a encontrar la respuesta en él.
¿Qué reveló la cruz a Eugenio acerca de su relación con Dios? La clave es “He buscado la felicidad lejos de Dios.” Describe su “corazón desgarrado, atormentado” pues se había “alejado” de Dios.
¿Puedo olvidar aquellas amargas lágrimas que la vista de la Cruz hizo brotar de mis ojos un Viernes Santo? ¡Ay! salían del corazón y nada pudo detenerlas, eran demasiado abundantes para poder ocultarlas a quienes como yo, asistían a aquella emotiva ceremonia. Me encontraba en pecado mortal y era eso precisamente lo que ocasionaba mi dolor
Este es el momento en que abre los ojos, el momento de conversión definitiva, la elección de la vida de Dios y no de muerte.
Jamás mi alma quedó más satisfecha, jamás sintió más felicidad; y es que en medio de aquel torrente de lágrimas, a pesar de mi dolor, o más bien a través de mi dolor, mi alma se lanzaba hacia su fin, hacia Dios, su único bien, cuya pérdida sentía vivamente
Diario de Retiro, Diciembre 1814, O.W. XV núm.130
Ver el amor de Dios en la cruz transformó a Eugenio. El amor de Dios llegó a su corazón desgarrado, atormentado. Con Pablo, podía proclamar: “El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es quien justifica ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, y que intercede por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo?” Romanos 8:32-35
“El momento en que llega a tu corazón eso extraordinario llamado amor y sientas la profundidad, el deleite, el éxtasis de ello, descubrirás que el mundo se transforma para tí.” J. Krishnamurti