Habiendo sido impulsado por la gracia de Dios a tomar finalmente la decisión de empezar un grupo de misioneros, Eugenio ahora se sumerge en un frenesí de actividad para hacer que su sueño se convierta en una realidad, dramáticamente descrito en términos de “tener una paleta en una mano y una espada en la otra” para construir una nueva realidad y también afrontar la oposición.
Es interesante su alusión a la reconstrucción israelita de la ciudad de Jerusalén después del Exilio – tras el exilio de la Iglesia causada por la Revolución y Napoleón, Eugenio entendió el objetivo de su ministerio compartido como uno de restauración.
Cuando reflexiono sobre ello, me convenzo de que Dios se complace en poner fin a mis irresoluciones.
Tanto es así que estoy hasta el cuello, y te aseguro que en estas ocasiones, soy muy diferente. Np me llamarías más «culo de plomo», si vieras como me muevo; soy casi digno de que me comparen a tí, tan grande es mi autoridad. Pataleo sordamente, porque no tengo ya un- momento de descanso, pero sigo actuando alegremente.
He aquí que hace cerca de dos meses ya que hago la guerra a mi costa, tanto al descubierto, como sordamente. Tengo la llana en una mano, la espada en la otra, como aquellos buenos Israelitas que reedificaban la ciudad de Jerusalén. Y la pluma sigue su camino; porque no me atrevo a decirte todo cuanto he escrito desde que me mezclo en este asunto…
Carta a Forbin Janson, el 23 de octubre 1815, E.O. VI n.5