Continuando nuestra lectura de la simpática carta que Eugenio escribió a su amigo Forbin Janson, nos encontramos con el punto práctico de que cada sueño tiene que tocar tierra en cuanto a los medios necesarios para ponerlos en práctica. Cómo pagar un inmueble, cómo pagar el sustento de los misioneros, cómo asegurar que las actividades misioneras sean posibles desde un punto de vista material, son algunos de las cuestiones.
Eugenio era afortunado de tener la posibilidad de pedir dinero prestado a su familia, pero no era suficiente, y tendría que ser devuelto en el plazo de un año. Pensándolo, e imagino con una sonrisa, se preguntaba qué santo en el cielo podría ayudarlo…
He aquí mi historia. Pero lo gracioso es que todo eso se ha realizado sin que me detuviera el pensamiento de que no tenía ni una perra. La Providencia, para demostrarme que no iba descaminado, me ha enviado enseguida doce mil francos que me prestan sin interés por este año. Ahora dime cómo los reembolsaré. He hecho un negocio de oro, ya que todo el establecimiento, comprendidas las reparaciones de la iglesia no pasará de 20.000 francos. Pero ¿dónde encontraré esa suma? No lo sé.
Mientras tanto los misioneros me afligen. Desearían empezar mañana. Insisto diciéndoles que hace falta tiempo para unas habitaciones y hacer habitable la casa. Es mucho esperar para ellos.
Y luego, ¿los recursos para vivir cuando estemos en comunidad? Creo que me encomendaré a S. Cayetano de Tiene. Cuando tocaba la campana, el pueblo le llevaba la comida.
Somos cuatro de momento, sin contar a Deluy, que han enviado a una parroquia, no hace más de 15 días. De esos cuatro tengo mil francos de pensión; he ahí para dos. Un tercero me ha dicho que tenía estrictamente para vivir; el cuarto Dios proveerá sin duda. ¿Cómo hacéis en París? ¿A qué santo os habéis encomendado?
Carta a Forbin Janson, el 23 de octubre 1815, E.O. VI n.5