En la posterior correspondencia entre Eugenio y Tempier, uno puede ver el crecimiento de ese “un solo corazón y una sola alma” entre ellos, y su deseo de ser hombres apostólicos con una fuerte vida interior así como ser los misioneros más eficientes.
Humillaos todo cuanto queráis, pero sepa sin embargo que sois «necesario» para la obra de las misiones; os hablo ante Dios y con el corazón abierto.
Si sólo se tratara de ir a predicar más o menos bien la palabra de Dios, mezclada con mucha aleación del hombre, recorrer las campiñas con el propósito, si queréis, de ganar unas almas para Dios, sin cuidarse de ser unos hombres interiores, unos hombres verdaderamente apostólicos, creo que no sería difícil reemplazaros; pero ¿podéis creer que quiera yo esa clase de mercancía?
Es necesario que seamos francamente santos nosotros mismos. Esa palabra incluye todo cuanto podríamos decir..
Carta a Henri Tempier, el 13 de deciembre 1815, E.O. VI n 7