A comienzos de verano de cada año, Eugenio planeaba el programa de misiones populares para la siguiente “temporada” –respondiendo al mayor número de peticiones como era posible.
Cada año, al comienzo del verano, el superior recogerá las cartas recibidas de los pastores solicitando misiones en sus parroquias y después, habiendo determinado cuantas misiones se pueden realizar, las parroquias a las que es dada preferencia y cuanto tiempo es necesario para cada misión, los misioneros establecerán un calendario, el cual presentarán al Obispo para su aprobación.
Regla de 1818, Capítulo Segundo §2
Los equipos de predicadores eran asignados y comenzaban a preparar sus materiales de predicación y oración para los que iban a evangelizar. El sacerdote del pueblo, generalmente, también estaría preparando a su gente para la llegada de los misioneros.
El superior designará después que misioneros se prepararán para estas misiones. Él asignará a cada uno los pueblos a los que irán, y él nombrará al director y al tesorero de cada grupo que emprenda la campaña.
Regla de 1818, Capítulo Segundo §2
Las misiones tenían una “temporada” definida: los fríos meses de invierno. Los habitantes de los pueblos eran básicamente agricultores y no era posible realizar una misión durante la primavera, el verano y el otoño, con todas las actividades del campo. En el frío invierno, ellos tenían tiempo para dedicar entre tres y seis semanas a participar plenamente en la misión.