Al describir el día de apertura de la misión de Marignane, Eugenio había hablado sobre la calurosa bienvenida que los misioneros habían recibido por parte de los habitantes. Una ausencia perceptible fueron ciertos miembros de la clase media, el Alcalde y los laicos administradores de la iglesia.
No menos notable fue, y ello dará una idea del espíritu de los burgueses de este pueblo, que ni el Alcalde ni los fabriqueros creyeron que condecía con su dignidad salir al encuentro de los embajadores de Cristo. El Alcalde ha estado tan poseído de la importancia de su puesto, que no asistió al discurso de apertura ni a la bendición que siguió.
Una de las razones de ese comportamiento es la poca armonía que reina entre el párroco y los laicos administradores y entre el párroco y el alcalde. Basta que el primero quiera una cosa para que los otros se opongan y le desaprueben. Simplemente porque el párroco había concebido el proyecto de la misión, los laicos administradores veían en ello dificultades insuperables, y el alcalde se despreocupaba. Tienen por otra parte pretensiones muy extrañas a las que el párroco no cree deber ceder, y esto era suficiente para que aprovecharan esta ocasión de causarle pena. El párroco fue, pues, la causa de que esos señores se hayan comportado así con los misioneros.
Esto no impidió que la iglesia estuviera repleta al regreso de la procesión. Se expuso el Santísimo Sacramento y se cantó el Veni Creator. El superior hizo el sermón de apertura, que fue seguido de la bendición. Tras los avisos, todo el mundo se fue en paz.
Por la tarde, el párroco y los misioneros comenzaron la visita de los pobladores. Estos habían sido prevenidos por los fabriqueros. Aunque el alcalde se haya comportado en forma tan inconveniente, juzgamos oportuno comenzar por él nuestra visita. Pareció sentirse molesto, tal vez por su anterior proceder, tal vez también porque le encontrábamos en un apartamento que no respondía a la idea que debíamos tener de su posición oficial.
Diario de la misión de Marignane, el 17 de noviembre 1816, E.O. XVI
(Nota: el término que he traducido como “laicos administradores” se refiere a un grupo de personas que en aquel tiempo eran conocidos como fabriciens o Marguilliers. Era un grupo de personas en la parroquia que estaban encargadas de la administración del templo y de sus ingresos, de los gastos y el mantenimiento de estado físico del edificio)