A través del contacto personal se invitaba a la gente a encontrarse con el Salvador. Los primeros días, en ese espíritu de cercanía, los misioneros visitaban a la gente de los pueblos más pequeños en sus casas para establecer contacto con ellos y determinar si había algún problema pastoral que necesitara ser tratado.
Esta visita general se hará los días siguientes; se hará indistintamente a todos los habitantes del lugar, y los misioneros procederán con gran modestia, con mucha dulzura, afabilidad y atenciones.
Antes de hacerla, irán ante el Santísimo Sacramento para encomendar a Nuestro Señor Jesucristo esta acción importante, que puede influir mucho para el éxito de la misión.
Regla de 1818 Parte 1, Capítulo 2, §2
Durante la misión de Marignane Eugenio escribió:
Tras el desayuno los misioneros reanudaron las visitas hasta mediodía.
Estas visitas no son muy divertidas, pero son muy importantes porque ahí se acercan los misioneros al pueblo que van a evangelizar. Se le muestran con toda la afabilidad de una caridad que se hace toda para todos, y conquistan así el corazón de los más indiferentes; están en situación de alentar, de urgir, de combatir ciertas resistencias, y de paso, les acaece descubrir y ponerse a remediar ciertos desórdenes que a veces habían escapado a la atención incluso de un pastor celoso.
Diario de la misión de Marignane, el 18 de noviembre 1816, E.O. XVI