CUIDAR DE UNO MISMO Y DE LOS DEMÁS

El celo misionero del Padre Adrien Telmon al cuidar de los demás era infatigable, pero tuvo un costo.  Con el tiempo había caído enfermo y necesitó del cuidado de las Hermanas Grises en Ottawa. La carta que Eugenio les dirigió para agradecerles su cuidado, lleva la súplica de hacer comprender al P. Telmon que sus incesantes actividades habían afectado su salud.

“Quiera Dios mis queridas hermanas, puedan tener el mismo poder para apartar a ese querido Padre del exceso de trabajo que se impone, como la caridad para cuidarle en su enfermedad…

Queridas Hermanas, díganle en serio que Dios no lo requiere y que nadie en el mundo puede exigirle arruinar su preciosa salud.

Carta a las Hermanas Grises del hospital de Bytown, Julio 30, 1846, EO I núm. 68e

REFLEXIÓN:

«El amor comienza al cuidar de los más allegados, los que están en casa”. (Santa Madre Teresa)

Dios amoroso, que el cuidado que me prodigo sea motivado por el deseo de ayudar a los demás.

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *