Como sabemos, nuestro Fundador siempre se consideró ser el padre de su familia religiosa y en sus palabras finales en la encomienda oficial de los Oblatos a Oregón, encontramos su preocupación paternal:
“Vayan, amados hijos a la tarea que les es confiada, para que en esas lejanas regiones de la tierra que les han tocado, trabajen siempre en promover la gloría de Dios y la salvación de las almas. Que la Santísima e Inmaculada Virgen María, nuestra Madre muy amada, les guarde siempre bajo su protección y que los ángeles de Dios les asistan. Por nuestra parte, jamás dejaremos de implorar para ustedes abundantes gracias”.
Mandato del Superior General al enviar a los Oblatos a la nueva misión de Oregón, Enero 22, 1847, EO I núm. 78
REFLEXIÓN
“Una declaración de misión no es algo que se escriba de la noche a la mañana… aunque esencialmente, tu declaración de misión se vuelve tu constitución, la expresión concreta de tu visión y valores. Se convierte en los criterios por lo cuales se mide todo lo demás en tu vida”. (Stephen Covey)