LOS ERRORES DE UN HIJO NO DESTRUYEN EL AFECTO EN EL CORAZÓN DE UN PADRE

El Padre Oblato nacido en Canadá, Pierre Fisette, había trabajado por dos años, cometiendo algunos errores que lamentaba.  Eugenio llamó al joven de 26 años para ir a Francia en 1846, diciéndole: “Estoy en la mejor disposición de dar la bienvenida al penitente, con sentimientos paternales».

Al escribir al Padre Guigues, Provincial Superior en Canadá, Eugenio le confió:

“Debemos decir, después de tales experiencias, que hay que esperar contra toda esperanza”.

Eugenio, siempre confiado en su familia Oblata, hizo que Pierre le acompañara en todas sus  actividades por algunos días, escuchó su confesión y lo llevó con algunos Oblatos franceses y su ministerio, antes de enviarlo a trabajar en Córcega.

“De quien le hablo pudo ver en las atenciones de mi parte, el testimonio de que todos los errores de un hijo no destruyen el afecto en el corazón de un Padre”.

Carta al P. Bruno Guigues en Canadá, Enero 8, 1847, EO I núm. 75

REFLEXIÓN

«El amor es la amistad que se ha incendiado. Es la comprensión en silencio, la confianza mutua, el compartir y perdonar. Es la lealtad en los buenos y malos momentos, se conforma con menos que la perfección, y es comprensivo de las debilidades humanas.» (Ann Landers)

Dios amoroso, ayúdame a compartir lo que soy y lo que tengo con quienes necesitan. Que mi amor por los débiles o quienes han cometido errores se muestre en mis acciones y palabras.

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