En Canadá, el Padre Allard había sido muy crítico del posible nombramiento del P. Guigues a Bytown y expresado su oposición de forma firme. Eugenio no podía dejarlo pasar, sin comentarlo y dar consejo.
“Hace tiempo que no te escribo, mi querido P. Allard. Quise con mi silencio evitar una discusión enojosa. Pedías con una exigencia muy apremiante lo imposible. En este mundo, mi querido amigo, no hay que ser tan exclusivista en las opiniones, sin saber resignarse cuando las cosas no van según nuestro gusto.
Hay que reconocer por encima de nuestras débiles concepciones, a una Providencia sabia que guía todo por caminos desconocidos y con frecuencia incomprensibles para sus fines; y cuando los acontecimientos nos manifiestan su santa voluntad, es nuestro deber someternos sin dificultad y con un abandono total de nuestras ideas propias, que dejan de ser ya legítimas y permitidas”.
Carta al P. Jean-Francois Allard en Canadá, Julio 8 y 9, 1847, EO I núm. 85
REFLEXIÓN