Los Oblatos en Canadá estaban inquietos por la propuesta de designar al P. Bruno Guigues al episcopado, pues apreciaban su talento y habilidad administrativa, no deseando perder su presencia como su superior. La situación pudo no ser agradable para el P. Guigues, por lo que Eugenio le escribió para apoyarlo.
“Mi querido amigo: aunque torturado por las innumerables cartas recibidas del buen P. Allard, para pedirme impedir tu episcopado con ideas muy buenas pero exageradas, no podría arrepentirme de haber aceptado tu elección; puede que haya estado molesto por las reclamaciones de nuestros Padres por amor a la Congregación y a ti, pero nunca me he arrepentido de colaborar en algo en lo que he creído ante Dios ser buena para la Iglesia y muy honorable para nuestra Congregación, que no tendría detrimento alguno, sino por el contrario, sería de gran ventaja…”.
Carta al P. Bruno Guigues en Canadá, Junio 7, 1847, EO I núm. 84
Ciertamente Cristo vive, y su palabra está y seguirá estando siempre vigente, en cualquier circunstancia de nuestra vida. Sin ello viviríamos vacíos, sin poder alcanzar SU estatura.
Anunciarla es un deber y un derecho, vivirla es nuestro reto cuando somos auténticos, luchar con ecuanimidad por la santidad aunque esto implique sacrificios.