Con palabras paternales de aliento, Eugenio concluyó la correspondencia respecto al difícil tema del nombramiento del P. Guigues para establecer una diócesis en Bytown. Comienza recordando que le conoce desde su infancia:
“[La Iglesia y la Congregación] si el elegido era tal como le conocía, es decir, sumamente apegado a la familia que le conoció desde la infancia, que le ama y estima como a uno de sus miembros más distinguidos, que cuenta con él como cuenta conmigo y con el Obispo de Viviers, y con el más apegado de sus hijos.
De no haber confiado sin límite en ti, seguramente no hubiese aceptado jamás dejarte en una posición que daría a sujetos débiles el pretexto para una especie de defección, pero tratándose de ti, ni siquiera lo hubiese pensado, y lo he rechazado como una terrible injusticia cuando me fue insinuado en una correspondencia agobiante.
En esta circunstancia, Dios ha hecho todo; tenemos bastantes recursos en el espíritu para compensar lo que momentáneamente podrá preocuparte. Veo en tu elección una disposición bondadosa de la Providencia para nuestra Congregación, actualmente expuesta a algunas molestias de parte de algunos Obispos de Canadá…
Resígnate pues mi querido hijo, a los designios de la Providencia y solo piensa en prepararte para recibir la plenitud del sacerdocio por la imposición de las manos del Obispo de quien envidio el privilegio que me hubiese correspondido, si no estuviésemos a más de 9,000 km de distancia”.
Carta al P. Bruno Guigues en Canadá, Junio 7, 1847, EO I núm. 84