PARA VIVIR EN COMUNIDAD HAN RENUNCIADO AL MINISTERIO PARROQUIAL HABITUAL

Antes de la llegada de los Oblatos a Limoges se había hecho un contrato con el Obispo, en el que se acordaba que serían predicadores de misiones en la diócesis y que podrían ser enviados “temporalmente y por excepción a las parroquias, para reemplazar a los pastores que estuvieran enfermos o ausentes por un período corto”.  En los primeros tres meses de su estancia en Limoges, el Obispo había comenzado a usar demasiado la excepción y los utilizaba para trabajar como sacerdotes parroquiales en solitario, fuera de la comunidad.  Eugenio se inconformó, aclarando la misión de los Oblatos.

“Tengo una pena que debo confiarle. Usted sabe que es necesario que cada quien viva su propia vida y siga su vocación. Ocurre que, por el sistema seguido en Limoges, nuestros Oblatos quedan privados de lo que han venido a buscar en la Congregación. Han renunciado al ministerio habitual de las parroquias para vivir en comunidad y ganan almas para Dios, principalmente por su trabajo de las misiones…

Para demostrar su argumento, cita al Obispo la Regla de los Oblatos.

“Tal es el deseo de su Regla, que vivan en comunidad, está prescrito que vayan siempre de dos en dos: “Duos auem ibunt ad misiones” (Irán dos al menos a las misiones). Comprendo que a veces conviene dispensar de este punto de la Regla, sobre todo cuando hay que enviar un misionero a ayudar a un párroco; pero es fundamental que sea solo ocasionalmente. Comprenderá, Monseñor, que existen buenas razones para eso. Por otra parte, existe un artículo de la Regla que dice: “Nequaquam licet paroecias regere” (de ningún modo es lícito dirigir parroquias). Lo propio les ocupa suficientemente, como para poder dejar a otros el cuidado de la carga pastoral para la que no están llamados…”.

Carta al Obispo Buissas de Limoges, Febrero 20, 1848, EO XIII núm. 119

REFLEXIÓN

La primera Regla de los Oblatos era clara en dos temas: «por ningún motivo se permitía estar a cargo de parroquias» y que la vida comunitaria era una parte integral del estilo de vida misionero. Las necesidades pastorales fuera de Francia llevaron a que los misioneros trabajaran en las propias, especialmente en las áreas de primera evangelización, una práctica que le ocasionaba mucho nerviosismo a Eugenio.  En estas áreas de evangelización y establecimiento de una comunidad de iglesia, se hizo necesario que los Oblatos fueran sacerdotes parroquiales, pues eran los únicos en el área. En muchos países, el trabajo en las parroquias se convirtió en la norma de los Oblatos, y el ministerio no parroquial en la excepción.  Actualmente, nuestras Constituciones y Reglas y nuestros Capítulos Generales impulsan a los Oblatos y todos los miembros de la Familia Mazenodiana a volver a las raíces de nuestro carisma, respondiendo a las necesidades de evangelización a los más abandonados dentro de la estructura de la comunidad apostólica, no vinculada necesariamente a una estructura parroquial.

“El carisma mismo de los Fundadores se revela como una experiencia del Espíritu (Evang. nunt. 11), transmitida a los propios discípulos para ser por ellos vivida, custodiada, profundizada y desarrollada constantemente en sintonía con el Cuerpo de Cristo en crecimiento perenne. Por eso la Iglesia defiende y sostiene la índole propia de los diversos Institutos religiosos”.
(Documento de la Iglesia,  Mutuae Relationes, Art. 11)

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