SON LLAMADOS A LA CONGREGACIÓN PRECISAMENTE PARA NO SER PÁRROCOS NUNCA

Los Misioneros Oblatos eran reconocidos por haber recibido el carisma del Espíritu Santo, y su expresión en la Regla fue aprobada por la Iglesia el 17 de febrero de 1826.  Después de ello, nadie tenía el poder para cambiar su orientación misionera, ni siquiera el Fundador mismo; solo la Iglesia tenía la facultad para hacerlo.  Al  señalarlo al Obispo de Limoges, Eugenio subraya dos aspectos fundamentales del carisma.

“He querido, Monseñor, presentarle el resumen de las Constituciones de nuestros misioneros para que comprenda que no podemos darles una dirección distinta de la que han recibido de la Iglesia. Aunque lo quisiera, mi autoridad no llega a tanto.

Por ello es esencial que los Oblatos formen una comunidad en la que puedan hallar toda la ayuda espiritual que las Constituciones les prometen. Si se les dispersa continuamente para reemplazar a los párrocos, se les priva en primer lugar de las ventajas que han venido a buscar en la vida de comunidad; se les aísla por largo tiempo, lo que es contrario a sus Reglas y se les pone en el ministerio pastoral, contrario también a sus Reglas y a su vocación, que los ha llevado a la Congregación precisamente para no ser párrocos nunca.

Por otra parte, es en el interior de su comunidad donde encuentran, al practicar las virtudes que se les demandan, por el mutuo ejemplo y una buena dirección, los medios que mantienen el fervor y el camino a la perfección que deben esforzarse por seguir, para que su ministerio sea bendecido por Dios y produzca los frutos que, gracias al Señor, siempre han obtenido”.

Carta al Obispo Buissas de Limoges, Febrero 20, 1848, EO XIII núm. 119

REFLEXIÓN

«El carisma es lo que define nuestra propia identidad dentro de la Iglesia, estableciendo nuestra forma de vivir el seguir a Cristo, con la finalidad de hacer, de algún modo, la presencia de Dios tangible en el mundo, a través del testimonio de nuestro propio carisma”.   (G. Nieto, IVE)

“Vive la Vida de Tus Sueños: Ten la valentía necesaria para vivir la vida de tus sueños según tu visión y propósito, en vez de las expectativas y opiniones de los demás”. (Roy T. Bennett)

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