El Padre Joseph Henri Lavigne había estado en Notre Dame de L’Osier desde su ordenación seis años antes. Era un reconocido predicador de misiones en el área, pero tenía problemas con la autoridad y había escrito a Eugenio quejándose de su superior en ese momento. Eugenio le responde:
“Mi querido amigo, tu carta me causa una gran pena, pues muestra un gran descontento hacia tu superior, el buen Padre Vincens, a quien todos estiman y quieren como se merece. De inmediato disculpé tu mal humor hacia mí por no haber estado de acuerdo con algunas de tus ideas; mi corazón de padre estaba lleno de amor por ti, que eres doblemente mi hijo. Tu carta es un enigma para mí”.
Carta al P. Joseph Lavigne en ND de L’Osier, Octubre 27, 1848, EO X núm. 991
REFLEXIÓN
Como sabemos, Eugenio se consideraba padre de todos sus Oblatos, y doblemente cuando como Obispo, había conferido el sacerdocio a alguno de sus hijos. Eugenio siempre consideró a la Congregación como una familia caracterizada por el espíritu de oblación expresado por la caridad y el celo misionero. Este mismo ideal sigue en nuestros días en la gran Familia reunida alrededor de su carisma y espiritualidad.