Cuando inició nuestra Congregación en 1816, todos sus miembros eran sacerdotes diocesanos debido a su objetivo de predicar misiones y dispensar los sacramentos. Al convertirnos en congregación religiosa en 1818, la situación cambió y la vocación Oblata fue básicamente a la vida religiosa expresada y vivida en el ministerio sacerdotal de las misiones. Algunos llegaron pronto siguiendo el llamado a la vida religiosa, aunque no al sacerdocio, dando origen a los Oblatos Hermanos. Cada uno tenía dones particulares y muchos profesiones que pusieron al servicio de la misión de la Congregación. No es exagerado decir que los Hermanos fueron el sostén de la vida comunitaria, asegurando la estructura de apoyo a la vida religiosa y lo que fuera necesario para el total funcionamiento de la misión Oblata. En las misiones en el extranjero en particular, fueron la garantía de la vida comunitaria para los sacerdotes que siempre estaban ocupados en la predicación y ministerio sacramental. En esos casos, la contribución misionera de los Hermanos fue su apoyo en oraciones al dar testimonio de su fe, la enseñanza de la religión, la construcción de iglesias, dirigir escuelas y compartir y enseñar a los pobladores locales sus oficios y habilidades particulares.
Puesto que fueron el motor de la vida religiosa sin haber estudiado teología, Eugenio insistió en que los superiores de las comunidades ayudaran a los Hermanos, en especial a quienes habían terminado el noviciado recientemente, para profundizar su conocimiento y la espiritualidad de la vida religiosa.
“Encarga a uno de nuestros Padres el cuidado particular de los Hermanos, dándoles al menos una instrucción por semana sobre los deberes generales y sus obligaciones como religiosos”.
Carta al P. Joseph Burfin en Limoges, Francia, Diciembre 9, 1848, EO X núm. 992
REFLEXIÓN
Siempre estoy agradecido a los Hermanos que he conocido a lo largo de mi vida y por la inspiración que han sido para mí. En mis siete años como escolástico en Cedara, Sudáfrica, dos hermanos estaban a cargo de una granja lechera, para apoyar nuestra subsistencia. (Uno de ellos era un noble británico, con derecho a ser llamado «Sir», pero que era un modelo de sencillez y humildad y a quien sencillamente llamábamos “Tío Bob»). Ellos, además de otros a quienes he tenido el privilegio de conocer, han dedicado sus vidas a servir, inspirándome con su dedicación a la oración y vida religiosa ejemplar. Actualmente los Oblatos Hermanos ocupan muchos ministerios importantes en todo el mundo, y damos gracias a Dios por este don.