HAGO COMO SI NO FUESE A OCURRIR Y REZO CON CONFIANZA
Al continuar con la reflexión salida de su corazón acerca del joven Oblato Jean-Pierre Bernard, quien acababa de llegar a Canadá y agonizaba por el tifo, Eugenio confía en su diario:
“Tras su ordenación como subdiácono, este querido hijo creció rápidamente en la virtud. Su generosidad era a toda prueba. Al pasar por París, fue a besar la lengua del mártir Perboyre y me escribía. ¿Saben por qué? ¡Se sentía feliz de sacrificarse por la salvación de los infieles! Su corazón estaba lleno de agradecimiento por mi amor hacia él. No olvidaré jamás cuando vino a recibir mi última bendición, y desde su lecho de muerte, ¡cuántas cosas conmovedoras me mandó decir!
El obispo de Montreal ha ordenado se haga una novena por él, y aun esperamos su curación. […] Temo que el Señor lo haya encontrado maduro para el cielo y se lleve a este buen obrero antes incluso de haber podido cumplir todo lo que su buena voluntad le inspiraba. Es un gran sacrificio que el buen Dios me exige. Hago como si no fuese a ocurrir y rezo con confianza. ¿Quién sabe si Dios, previendo estas oraciones que surgen del fondo de mi corazón, que me inspiran confianza en su misericordia, me habrá otorgado conservar a este precioso hijo? Este pensamiento me sostiene en espera del primer correo de América.
Diario de Eugenio de Mazenod, Marzo 6, 1848, EO XXI
REFLEXIÓN
“La oración es un acto de amor; no son necesarias las palabras. Incluso si la enfermedad distrae los pensamientos, todo lo que se necesita es la voluntad de amar” (Santa Teresa de Ávila)
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