LA NECESIDAD DE UNA FIGURA DE AUTORIDAD PARA MANTENER LA VIDA SEGÚN LA REGLA

Con siete años en Canadá, los Oblatos tenían celo al responder a los desafíos de predicar el Evangelio a tantas personas como fuera posible.  Eso significaba no tener un estilo de vida comunitaria regular, pues muy a menudo estaban fuera y regularmente se veían forzados a trabajar solos, algo que preocupaba a Eugenio, quien siempre insistió en la necesidad de una vida comunitaria.

“Me refiero con sumo disgusto al modo de ser de los nuestros en Canadá. Hace tiempo que tanto mi espíritu como mi corazón están cansados de ello. Varias veces ya he estado a punto de tomar una decisión severa, pues eso no es tolerable”.

El superior de la comunidad debía mantener la unidad y cuidar el bienestar de sus miembros.  A menudo los jóvenes Oblatos de pensamiento independiente no estaban contentos con su superior, que como humano, tenía defectos.  No se trataba de alguien a quien debían obedecer, sino que representaba una figura para inspirarles a vivir según la Regla Oblata.

“Se han acostumbrado demasiado a razonar y a no obedecer como lo exige la conciencia. ¿Desde cuándo un superior debe tener todas las cualidades y virtudes para ser respetado? ¿Qué autoriza a los individuos de una comunidad a vigilar sus acciones, a medir su mérito y a juzgar su capacidad, su saber hacer? Cuando es regular, observante de las Reglas y competente, cuando goza de la confianza del Superior General, ¿por qué pedir más?

Carta al P. Eugenio Guigues, Mayo 22, 1848, EO I núm. 97

REFLEXIÓN

“El liderazgo no trata de ser el mejor, sino de llevar a alguien a ser mejor”. (Autor desconocido)

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