EXISTE UN PADRE MÁS ALLÁ DEL GRAN LAGO AL QUE NO HAY QUE OLVIDAR; PARA QUIEN SIEMPRE ESTÁS PRESENTE

“Mi querido P. Faraud, existe un padre más allá del Gran Lago al que no hay que olvidar; para quien estás siempre presente, sea cual sea la distancia que te separa de él, no solo en el altar donde ofrece cada día el santo Sacrificio por la familia y todos sus miembros, sino en la vida ordinaria y en las frecuentes conversaciones en las que sus hijos, su ministerio, sus difíciles tareas y todo el bien que hacen se hacen presentes continuamente en su memoria y labios”.

Henri Faraud, de veinticinco años había comenzado sus estudios teológicos en Marsella y enviado siendo aun escolástico a Canadá en 1846.  Continuó sus estudios mientras aprendía algunas de las lenguas indígenas y fue ordenado sacerdote un año después.  Pasó el resto de su vida trabajando con los pueblos de las Primeras Naciones y fue ordenado Obispo de Athabaska-Mackenzie.

“[…]Me despido, mi querido hijo, que el Señor derrame sus más grandes bendiciones sobre ti, sobre tus hermanos y su ministerio; que les haga siempre más dignos de su ministerio y vocación, que les colme de consuelo espiritual en compensación por las penas que soportan por su gloria y la salvación de las almas que ha rescatado con su preciosa sangre. Por mi parte, les bendigo con toda mi alma”.

Carta al P. Henri Faraud en Canadá, Mayo 10, 1848, EO I núm. 95

REFLEXIÓN

Durante toda su vida, Eugenio expresó constantemente su paternidad espiritual, y hoy en día creo que sus palabras siguen con cada uno de nosotros, los miembros de su familia carismática: “existe un padre en el cielo a quien no deben olvidar; sepan que siempre están presentes para él”.  Que nunca olvidemos que él intercede por nosotros.

San Eugenio de Mazenod, pide por nosotros.

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