MI QUERIDO HIJO, A QUIEN RECIBÍ TAN JOVEN EN NUESTRA FAMILIA, A QUIEN HE VISTO CRECER EN EDAD, EN CONOCIMIENTO Y EN VIRTUD

Con emoción, el padre de la familia Oblata recordaba los 27 años de conocer al recién ordenado Obispo Bruno Guigues, desde que fue admitido al noviciado en 1821.

“Cómo te hubiera abrazado contra mi corazón, a ti, mi querido hijo, a quien recibí tan joven en nuestra familia, a quien he visto crecer en edad, en conocimiento y en virtud, a quien elegí para ser como yo mismo; en quien puse toda mi confianza para gobernar la considerable parte de esta familia enviada tan lejos de mí para servir a la Iglesia, la gloria de Dios y la salvación de las almas.

Sin saberlo, preparaba tu camino a la dignidad que la voluntad de Dios te ha llamado”.

El ser obispo no cambió sus raíces e identidad como Oblato y Eugenio lo alienta a permanecer fiel a todo lo que le ayudó como religioso, y ahora como sucesor de los apóstoles.

“No temas nada, querido amigo, un obispo misionero que desea ser fiel a su vocación, conservar el espíritu y hasta, en lo posible, las prácticas que le han sido tan útiles en el curso de su vida apostólica, ese obispo posee el “bonum opus” que no deseaba, pero del cual sacará todo el mismo provecho que los primeros Obispos de la Iglesia, a quienes el apóstol San Pablo daba ejemplo y consejo”.

Carta al Obispo Bruno Guigues en Bytown, Julio 25, 1848, EO 1 núm. 99

REFLEXIÓN

“La identidad espiritual significa no ser lo que hacemos o lo que la gente opina de nosotros. No somos lo que tenemos.  Somos las amadas hijas e hijos de Dios”.   (Henri Nouwen)

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *