TODA MI VIDA HE DESEADO MORIR VÍCTIMA POR LA CARIDAD

Eugenio había estado visitando las comunidades del centro de Francia y estando ahí, también había bautizado al hijo de su sobrina, que estaba por alumbrar.  Recibió noticias de Marsella respecto al brote de una epidemia de cólera.

“Mi inquietud es tan grande que temo caer enfermo por ello.  Pensar en lo que pasa en Marsella llena mi alma de tristeza, no me alegra estar en el seno de mi familia; mi deber me llama a otra parte”.

Eugenio le recuerda a Tempier que su ausencia no se debe al temor, algo que nunca mostró.

“Me conoces lo suficiente como para estar convencido de que no he tenido ni el menor temor. Toda mi vida he deseado morir víctima por la caridad”.

Carta al P. Henri Tempier, Septiembre 12, 1849, EO X núm. 1018

REFLEXIÓN

Eugenio sentía tal amor por Dios que deseaba que toda su vida fuera una oblación a Él.  No se trata de una teoría, sino de un servicio de amor y auto-sacrificio.

“Les aseguro que cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron”.  (Mateo 25: 40)

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