EL INICIO NO OFICIAL DE LA MISIÓN EN TEXAS
El diario de Eugenio era un documento personal donde anotaba los sucesos del día y a menudo expresaba en él los sentimientos que no podía en público. El día que veremos hoy había recibido dos cartas, cada uno informándole que el Padre Telmon había decidido, sin consultar a ninguno de sus superiores, establecer una misión Oblata en Texas, estado que había sido anexado a los Estados Unidos cuatro años antes. El Obispo de Galveston había conocido al Padre Telmon y le había pedido un grupo de misioneros. Los Oblatos habían recibido la autorización de Eugenio de trabajar en los EU, en Pittsburgh, aunque Telmon asumió “Estados Unidos” para incluir a Texas. Así, se hizo cargo de llevar a cuatro Oblatos para comenzar la misión: los Padres Alexandre Soulerin, Augustin Gaudet, el escolástico Paul Gelot y el Hermano Joseph Manthe.
“Cartas del Obispo de Bytown, del P. Honorat y del P. Telmon. Es impresionante lo que sucede en Canadá. El P. Telmon, asumiendo la responsabilidad de la misión en Texas, se justifica con las facultades que le dí cuando estaba en Pittsburgh. Se ha puesto en camino llevando con él a algunos hombres que eligió…
El P. Telmon sin duda recibió la carta en la que se le señaló explícitamente que por ley se encontraba bajo la jurisdicción del Provincial de Canadá, que no consideró, aparentemente por haberse comprometido con el Obispo de Texas, quien le esperaba en Cincinnati u otro lugar. Sin embargo, lo peor de todo es que al escribirme no intenta legitimizar sus acciones, solicitando permiso después de haberlo hecho”.
Después de recuperarse del disgusto, Eugenio continuó:
“¡No seguiré! Se podrían llenar muchas páginas al escribir lo que sucede en esas tierras lejanas. Al saber de ellos, no está bien que me enfade. Todos hacen tu tarea perfectamente”.
Diario de Eugenio de Mazenod, Noviembre 10, 1849, EO XXII
REFLEXIÓN
A menudo escuchamos la expresión “Dios escribe recto con líneas torcidas”. El Padre Telmon, con su feroz entusiasmo y talento para la predicación, ciertamente le dio a Dios líneas torcidas para escribir sobre sus aventuras misioneras en Francia, Córcega, Canadá, Pittsburgh y Texas. Con todo y que Eugenio se disgustaba en ocasiones, reconocía y agradecía la bondad en él.
Esta entrada fue publicada en
Uncategorized. Guarda el
enlace permanente.