EL HÁBITO NO HACE AL MISIONERO

A su llegada, el P. D’Herbomez quedó sorprendido al ver a los “renombrados misioneros de Oregón en su primer encuentro con ellos. “El Hermano Verney portaba una gorra francesa, pantalones de piel de cabra y mocasines, una tela verde debajo de un viejo chaleco azul y una levita.  Pandosy vestía una sotana desgastada y un viejo sombrero de palma, pantalones de piel de cabra y zapatos gruesos. Todo ello hizo a D’herbomez exclamar “El hábito no hace al misionero”.   (Young pág. 102).

Al principio, el P. Ricard consideró enviar al P. D’Herbomez con la tribu Swanomish en Puget Sound. Sin embargo, decidió después que utilizaría mejor su tiempo aprendiendo inglés, chinook y Walla Walla. De inicio lo enviaron a trabajar en las misiones Yakama con el Padre Chirouse.  En agosto de 1851, los Padres Chirouse, D’Herbomez y el Hermano Verney viajaron a la misión San José del Padre Chirouse en el condado Yakama. Para el P. D’Herbomez fue un viaje difícil a través de los peligrosos pasos escarpados de las montañas y quedaron aliviados y felices de llegar a la misión en la zona silvestre que sería su casa.  (Young  Pp.115 -116).

REFLEXIÓN

A menudo tenemos ideas románticas de los primeros misioneros Oblatos bellamente vestidos con sotanas impecables y Cruces predicando y convirtiendo, pero las narraciones de sus experiencias reales acaban con ellas.  Lo que cuenta es la calidad de sus vidas, la predicación ferviente  y valiente del Evangelio y su testimonio de cómo vivían su mensaje.

“Cuídate mientras vivas, de juzgar a las personas por su apariencia exterior”.
Jean de La Fontaine

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