LA REGLA OBLATA COMO RAYO DE LA ÚNICA LUZ DE CRISTO

Enfocándose en la Regla Oblata como reflejo del Evangelio, el Vaticano II nos recuerda que cada figura fundadora y la familia carismática alrededor de ella, refleja un aspecto particular de Jesucristo, que se expresa en su Regla:

“[Ellos] cuiden con atenta solicitud de que, por su medio, la Iglesia muestre de hecho mejor cada día ante fieles e infieles a Cristo, ya entregado a la contemplación en el monte, ya anunciando el reino de Dios a las multitudes, o curando a los enfermos y pacientes y convirtiendo a los pecadores al buen camino, o bendiciendo a los niños y haciendo bien a todos, siempre, sin embargo, obediente a la voluntad del Padre que lo envió»(Lumen Gentium 46) “.

San Juan Pablo II lo describió: «en la unidad de la vida cristiana las distintas vocaciones son como rayos de la única luz de Cristo, ‘que resplandece sobre el rostro de la Iglesia’» (Vita Consecrata 16).

El rayo de luz de Eugenio de Mazenod y el de la Familia Carismática Oblata, es Jesucristo como Salvador y Evangelizador.  Somos cooperadores del Salvador en su aspecto de predicar el Evangelio a los más abandonados.  Este “rayo de luz” fue captado en nuestras Constituciones y Reglas.

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