A TRAVÉS DE LA MIRADA DEL SALVADOR CRUCIFICADO VEMOS AL MUNDO (Constitución 4)

“La cruz de Jesús ocupa el centro de nuestra misión. Como el Apóstol Pablo, predicamos «a Jesucristo, y éste crucificado» (1 Cor 2, 2). Si llevamos «en el cuerpo la muerte de Jesús», es con la esperanza «de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo» (2 Cor 4, 10). A través de la mirada del Salvador crucificado vemos el mundo rescatado por su sangre, con el deseo de que los hombres en quienes continúa su pasión conozcan también la fuerza de su resurrección (cf. Fil 3, 10).» (Constitución 4).

Como cooperadores del Salvador, somos invitados a ver al mundo a través de Sus ojos.  Eugenio es nuestro maestro.  En su primera homilía de Cuaresma en Aix en Provence, dijo a sus feligreses pobres:

“Vengan ahora a aprender de nosotros lo que son a los ojos de la fe.
Pobres de Jesucristo, afligidos, miserables, dolientes, enfermos, cubiertos de llagas, etc., todos ustedes a quienes abruma la miseria, mis hermanos, mis queridos hermanos, mis respetables hermanos, escúchenme.
Son los hijos de Dios, los hermanos de Jesucristo, los herederos de su Reino eterno, la porción escogida de su heredad, vean que debajo de los harapos que les cubren hay dentro de ustedes un alma inmortal hecha a imagen de Dios que está destinada a poseerlo un día, un alma rescatada al precio de la sangre de Cristo, más preciosa a los ojos de Dios que todas las riquezas de la tierra y que todos los reinos del mundo, un alma de la que él es más celoso que de gobernar el universo entero.
Cristianos, conozcan su dignidad…”.

Notas para la primera instrucción en la Iglesia de la Madeleine, E.O. XV núm. 114

¡Qué diferencia habría si nos enseñáramos a ver a todos a través de los ojos del Salvador crucificado!

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