LOS POBRES EN QUIENES JESUCRISTO CONTINÚA SU PASIÓN (Constitución 4)

La cruz de Jesús ocupa el centro de nuestra misión. Como el Apóstol Pablo, predicamos «a Jesucristo, y éste crucificado» (1 Cor 2, 2). Si llevamos «en el cuerpo la muerte de Jesús», es con la esperanza «de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo» (2 Cor 4, 10). A través de la mirada del Salvador crucificado vemos el mundo rescatado por su sangre, con el deseo de que los hombres en quienes continúa su pasión conozcan también la fuerza de su resurrección (cf. Fil 3, 10) (Constitución 4)

“… con el deseo de que los hombres en quienes continúa su pasión conozcan también la fuerza de su resurrección”.  Esta es la prueba definitiva a la pregunta: “¿quiénes son los pobres para la Familia Oblata?”  Se trata innegablemente de quienes no conocen a Jesucristo como su Salvador.  Quienes viven en la oscuridad y carecen de dirección en sus vidas.  Las personas que tienen cualquier sufrimiento físico, moral o espiritual y no reconocen la invitación a ir al Salvador Crucificado y Resucitado buscando fortaleza.  Son las personas que sufren, junto con otras, de injusticia, de la destrucción de los recursos naturales para vivir en opulencia y que no tienen una relación con el Salvador que les sustente y oriente.

Todos ellos y otros son quienes necesitan reconocer a Cristo Crucificado en sus penas.  Nuestra misión es acompañar a quienes sufren y verlos a través de Su mirada, para ayudarles a integrarse al recurso del poder de Su resurrección.

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