Mi mayor ocupación será amarle, mi mayor empeño, hacerle amar. Emplearé en ello todos mis medios, todo mi tiempo, todas mis fuerzas, y aun cuando, tras muchas penas, solo hubiera logrado que alguien hiciera un acto de amor para con un Señor tan bueno, me tendré con razón por muy bien pagado.
Notas de retiro, diciembre 1812, E.O. XV n. 109
En realidad Eugenio atraía la multitud por su estilo de predicación. Marius Suzanne, que era un novicio en 1820 durante la misión que hizo en Aix, describe la forma de comunicación que utilizaba Eugenio para hablar del Salvador y la reacción de sus auditores:
Asistí el martes siguiente, al sermón de la mañana en la metrópoli / de St. Sauveur. Si me impresionó la gran concurrencia de personas de toda edad y sexo, que se encontraban allí desde las cuatro y media, mucho más me impresionó todavía el discurso del Sr. de Mazenod. No puede, mi querido amigo, hacerse una idea exacta de la elocuencia dulce y fluyente de este hombre de Dios; no trata de provocar violentas sacudidas, asustar a los pecadores y llenarlos de espanto. Se introduce blanda y suavemente en el ánimo, y despierta los más tiernos afectos; algo puro y dulce que brota de su corazón, le dilata y le refresca a usted con este rocío celestial del que habla el Profeta; él pasaba totalmente desapercibido, explicaba en provenzal las primeras palabras de la oración dominical: las expuso con tanta facilidad, se expresó con una abundancia de sentimientos tan naturales y conmovedores, que nos hacía llorar; corrían las lágrimas de los ojos de todos, con dulzura, pero suave y silenciosamente; muchos pecadores se convirtieron; tres prostitutas entre otros, que se confesaron la tarde del mismo día.
SUZANNE M., Quelques lettres sur la mission d’Aix, Chez Pontier, Imprimeur-libraire, Aix, 1820, p. 6-7