En marzo de 1844, el Padre Joseph Martin infundio pánico por la negativa reacción de la clase alta de Brignoles por la predicación de los jóvenes misioneros. El escribió a Eugenio:
Nosotros que sólo estamos acostumbrados a evangelizar a los pobres del campo […] nos encontramos aquí un poco fuera de nuestro elemento. [… ] Cierta clase de devotas de alto rango habrían preferido discursos floridos y místicos más bien que sermones de misión.
Original en los Archivos de la Casa general, Roma
Eugenio respondió al grupo entero clarificando el propósito de la predicación de la Misión Oblata:
…ese temor pueril de lo que se dirá, ese grito de desamparo que todos habéis lanzado a la vista de ese formidable pueblo de Brignoles que os ha pasmado a todos, que os ha desmoralizado hasta el punto de mostrar la cuerda al rojo vivo y todo ese espantajo porque os faltaba el P. Courtés.
Ciertamente, si no me hubiera preocupado otro sentimiento, hubiera reído de ese pánico. ¡Vamos!
Cuando sois enviados en nombre del Señor dejad, de una vez por todas, todas esas consideraciones humanas, efecto de un orgullo mal disimulado y de una falta de confianza en la gracia de Jesucristo de la que, sin embargo, vosotros sois los instrumentos durante tantos años. Merecéis que esa gracia divina se retirara de vuestro ministerio, entonces podríais temer el juicio de los hombres, pero mientras esté con vosotros, convertiréis las almas con vuestros sermones sencillos, poco rebuscados e inspirados solamente por el espíritu de Dios que no pasa por las frases redondeadas y el bello lenguaje de los retóricos.
Carta a Jean Magnan, el 8 de marzo 1844, Vol. X n. 836
ES ESTO PRECISAMENTE LO QUE SIEMPRE HE ADMIRADO EN LOS OBLATOS QUE HASTA AHORA CONOZCO Y CON LOS QUE HE TENIDO LA OPORTUNIDAD DE TRABAJAR. SUS PREDICACIONES SON DIRECTAS, EL MENSAJE ES CLARO Y REFLEXIVO, CONDUCE A UNA REVISION INTERIOR. SIN EMBARGO NO HACE ELLO QUE NOS SINTAMOS AGREDIDOS, NI MARGINADOS , SINO TODO LO CONTRARIO.