Después de su vuelta a Aix como sacerdote joven, Eugenio vivió en la casa de su madre, junto al Hermano Maur (monje Trapense cuyo monasterio había destruido la revolución). Un par de meses después de su llegada, hizo su retiro anual. Mientras traza su programa de meditación, traza lo que será el núcleo de su aproximación a la gente como sacerdote: llevar a otros a participar de su misma experiencia de ser amado por Dios y ser correspondidos. Los sucesos del resto de su vida mostraron que permaneció fiel a su ideal hasta el final.
Consideraré a Jesús, mi amor, en su encarnación, en su vida oculta, en su misión, en su pasión y su muerte, pero sobre todo en su Sacramento y en su Sacrificio.
Mi mayor ocupación será amarle, mi mayor empeño, hacerle amar. Emplearé en ello todos mis medios, todo mi tiempo, todas mis fuerzas, y aun cuando, tras muchas penas, solo hubiera logrado que alguien hiciera un acto de amor para con un Señor tan bueno, me tendré con razón por muy bien pagado
Notas de retiro de diciembre 1812, E.O. XV n. 109