LAS MISIONES POPULARES: UN GESTO DRAMÁTICO PARA TRANSMITIR UN MENSAJE DRAMÁTICO

Eugenio describe que hizo en Marignane en una oración basada en la ceremonia del día de expiación judío de Levítico 16, implicándose como el chivo expiatorio. El objetivo de los misioneros era ilustrar el poder de lo que hizo Jesús en la Cruz para la gente de Marignane:

Terminado el sermón, subió, pues, al púlpito el Superior para preparar los espíritus disponiéndolos a mirar lo que iba a hacerse con los sentimientos apropiados a la ocasión. Insistió en la necesidad de una profunda expiación a ejemplo de Nuestro Señor y de muchos santos… Finalmente, invitó al pueblo a imitar al pueblo judío y a echar sobre él todas sus faltas con dolor de corazón, comparándose al cabrito emisario que iba a ser lanzado al desierto cargado con todas las iniquidades del pueblo, solo digno de la cólera del cielo, que debía agotar sobre él su venganza.
Pero, corrigiéndose al momento, se volvió hacia la cruz diciendo que, incluso en ese estado de abyección, pondría en ella toda su confianza; que la abrazaría y no se apartaría jamás de ella, y que así no arriesgaría nada; al contrario, tenía plena razón de esperar misericordia y perdón. Este gesto causó impresión.
Anunció que se despojaría de la sobrepelliz, símbolo de inocencia, puesto que representaba ya a los pecadores. La quitó efectivamente y la depositó sobre el púlpito, de donde bajó para ir al pie del altar a recibir de manos del párroco, revestido de capa, un grueso cordel que anudó alrededor del cuello, y luego, quitándose los zapatos y los calcetines, tomó la cruz de los penitentes y, en ese estado, se colocó al frente de la procesión, mientras todo el pueblo y el clero cantaban alternándose el Parce Domine y un versículo del Miserere. Las lágrimas de todos los asistentes ahogaban las voces y la impresión producida por la gracia fue repentina; los más empedernidos se conmovieron. No todos fueron igualmente dóciles a las inspiraciones del Señor, pero hubo bastantes doblegados por este acto de expiación para que podamos sentirnos satisfechos de haberlo ofrecido a la Majestad divina.

Diario de la misión de Marignane, el 24 de noviembre 1816, E.O. XVI

 

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