Tal vez el mayor motivo del éxito del ministerio de la confesión venga porque seguían la teología moral de San Alfonso María de Ligorio, fundada en el amor y en la misericordia curativa de Dios. En una sociedad imbuida de Jansenismo, el ministerio de los Oblatos tocó los corazones de la gente y les condujo, no a un Dios severo y juez castigador, sino a un Dios que es Salvador y cuyas cualidades más destacadas era el deseo de la salvación de los pecadores.
Recordad que sois enviados a los pecadores y aun a los pecadores endurecidos. Hay que esperar por cierto una resistencia de parte del demonio; él no suelta su presa de buena gana. Esta resistencia se manifiesta a veces de una manera, a veces de otra. Jesucristo permanece vencedor…
Es todo lo que deseamos, es el fruto y la recompensa de nuestros trabajos. Somos los ministros de su misericordia, tengamos siempre y con todos entrañas de padre; olvidemos tan fácilmente los ultrajes que hacen a veces a nuestras personas en el ejercicio de nuestro ministerio, como Dios quiere olvidar las ofensas que no cesan de hacérsele…
Carta a Eugene Guigues, el 20 de february 1837, E.O. IX n. 605
La constante insistencia de los Oblatos en esta verdad y esta metodología les llevó a un conflicto con obispos y sacerdotes, concretamente cuando estaban en el santuario de Nuestra Señora de Laus – pero ellos nunca abandonaron este modo de hacer.