Dos semanas después de vivir la intensidad de la experiencia de realizar una misión popular juntos por primera vez, donde habían trabajado día y noche prácticamente sin parar, Eugenio exclama:
Entre nosotros misioneros somos lo que debemos ser, es decir que tenemos un solo corazón, una sola alma, un solo pensamiento. ¡Es admirable’ Nuestros consuelos son como nuestras fatigas sin igual
Carta a Henri Tempier, el 24 de febrero 1816, E.O. VI n. 10
No habían tenido tiempo de parar para mucha introspección, así que Eugenio refleja el sentimiento instintivo de los que han vivido en la práctica durante la misión. Estuvieron unidos en su visión de la misión, en los métodos usados y en el espíritu que permeó todas las actividades, a pesar de los fallos humanos y de las debilidades.
Esta unidad de corazón, espíritu y mente es un tema que encontraremos regularmente cuando investiguemos los escritos de Eugenio. El espíritu apostólico de los primeros cristianos era el fundamento de su vida –gran modelo para los misioneros: “Todos los creyentes eran de un solo sentir y pensar… Los apóstoles, a su vez, con gran poder seguían dando testimonio …” (Hechos 4:32-33)