Al volver de celebrar Misa en una parroquia cercana, Eugenio comparte su reflexión con la gente. Su propia experiencia de conversión, cerca de nueve años antes, fue precisamente el darse cuenta de cuánto Dios le amaba. Ahora invita a los demás a compartir la experiencia de conocer a Dios a través de tomar conciencia de Sus actos de amor en sus vidas.
Vuelvo de Mazargues donde he predicado. He dicho a esas buenas personas una cosa que me aplico a mí mismo, y es que hay que ir a Dios por la consideración de sus beneficios.
Somos muy ingratos, por cierto, si todo lo que Dios ha hecho por nosotros no nos conmueve.
Notas de retiro, julio-agosto 1816, E.O. XV n 139