Mi sangre está tan agitada que siento que mi vehemencia se ha duplicado, lo que me hace faltar a menudo a la caridad, etc.
No poseo mi alma en paz. El menor obstáculo, la menor contrariedad me subleva. Rechazo, con modos meramente humanos, las oposiciones que debería superar y vencer solo con la paciencia..
Notas de retiro, julio-agosto 1816, E.O. XV n 139
La comunidad de misioneros debe haber sufrido sus arrebatos, pues en su carta dirigida a ellos desde el lugar donde se encuentra en reposo, escribe:
Ya que lo queréis haré provisión de salud. Quisiera también proveerme de virtudes, para no ser un sujeto de escándalo entre vosotros. Pero el segundo trabajo no es tan fácil como el primero. No tengo gran esperanza de lograrlo; pedid a Dios la gracia de poderme aguantar.
Carta a “mis queridos hermanos misioneros, Aix, julio-agosto 1816, E.O. VI n 12
Esta oración para que los demás soporten su brusquedad debe haberse repetido muy a menudo durante toda su vida, cuando el cansancio y la preocupación lo hacían irritable! Fue una lucha incesante hasta el final de su vida.
De ahí provienen acaso, tanto como de mi vehemencia natural, esos movimientos interiores de impaciencia, que incluso se manifiestan fuera a menudo y que escandalizan a los que son testigos.
Trabajaré, pues, también por esta hermosa virtud de la mansedumbre. Me animaré con el pensamiento de que ya había progresado algo en ese campo, pero desde que las ocasiones se han hecho más frecuentes y más difíciles, casi he vuelto a mi estado natural. Esperemos que con la ayuda de la gracia tenga más suerte en el futuro.
Notas de retiro, julio-agosto 1816, E.O. XV n 139