Al finalizar la misión en Fuveau, Eugenio escribe a su amigo Forbin Janson:
Me era imposible mi muy amado hermano contestar a la carta que me has escrito últimamente. Estaba en misión y nuestras misiones no nos dejan tiempo ni para comer ni para dormir. Son una proeza de trabajo..
Carta a Forbin Janson, el 9 de octubre 1816, E.O. VI n 14
Las memorias de Henri Tempier nos muestran el porqué:
Esta misión fue difícil para nosotros, ya fuera por el calor de la estación que aún no menguaba, ya fuera por trabjar con los hombres, casi todos empleados en las minas de carbón y quienes sólo podían asistir a confesarse de noche, después de la cena, ya fuera por los feligreses de las dos parroquias vecinas, que se habían quedado sin párroco por largo tiempo y que llegaban a nosotros para escuchar la Palabra de Dios y confesarse…
Todos, hombres y mujeres, llegaron los primeros días para confesarse. Nunca podíamos salir de la iglesia antes de la medianoche y el servicio de la mañana comenzaba a las tres treinta. Era casi imposible mantener ese ritmo. Para poder sobrellevar la carga de trabajo, terminamos por decirle a la gente de Gréasque y Saint-Savournin [ed. Las dos parroquias vecinas], que al terminar dos de nosotros iríamos para compartir con ellos la misión. El fruto de la misión fue abundante.
Memorias de Henri Tempier, Escritos Oblatos II, 2 Varios Escritos n.1