ME CONGRATULO AL VER LA TIERRA QUE HEMOS ROTURADO EN MANOS TAN HÁBILES

Después de la misión, el pastor de Fuveau escribió a las autoridades diocesanas acerca del fruto de la misión:

La gente trabajadora, forzada a ganarse el pan con el sudor de su frente, realizó los mayores sacribifios para obtener el mayor beneficio al escuchar la Palabra de Dios… Nuestros pobres mineros de carbón hicieron arreglos en su trabajo para no perder ninguna parte de la instrucción… De entre los frutos obtenidos, el más notable fue el desterrar la blasfemia… Los misioneros han mostrado tal piedad, celo y caridad en la corta estancia de su misión, que han adquirido el infinito derecho al afecto de la buena gente de Fuveau…

Rambert Volume I, p. 244-246

Un par de meses después, el pastor le escribió a Eugenio invitando a los Misioneros a volver a la parroquia con la misión. Al comentarle que 750 feligreses de cerca de los 1300 habían cumplido con su tarea de Cuaresma, Eugenio respondió:

Iba a salir para Mouries , mi muy querido Señor, cuando he recibido su amable carta del 25 de abril, y ha sido para mí un gran consuelo todo cuanto me dice de edificante sobre el fervor de sus buenos feligreses. Bendigo al Señor que le da fuerzas para resistir un trabajo tan exorbitante como el que Ud. ha tenido y me congratulo al ver la tierra que hemos roturado en manos tan hábiles y fieles como las suyas. Esta recompensa la merecía su celo por la salvación de sus feligreses tanto más cuanto que era la única que ambicionábamos: que Dios le conceda la gracia de gozar por mucho tiempo de esa alegría porque sólo al Buen Pastor pertenece sentirlo y apreciarlo.
Haré todo cuanto dependa de mí para corresponder a su invitación

Carta a M. Chabert, cura de Fuveau, el 23 de mayo 1817, E.O. XIII, n.7

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