Al tiempo que los Misioneros se encontraban ocupados estableciendo su comunidad como un centro de misión permanente y de predicación de misiones parroquiales externas, la joven congregación continuaba sus actividades. Los jóvenes pasaban los jueves y domingos en el convento Carmelita. Después de tres años de existencia, se dividió en una sección para jóvenes y otra para miembros mayores, que habían terminado la secundaria. Mientras que hasta finales de 1815 Eugenio se las había arreglado para participar en todas las actividades, ahora debía organizar a los jóvenes de tal forma que algunos de ellos fueran responsables de ciertas actividades.
En el extracto siguiente de sus notas, vemos cómo algunos de los miembros de la congregación reciben la responsabilidad – que él llama ministerio – de ayudar en la formación de los nuevos miembros del grupo:
Encuentro entre las notas que se tomaron el nombramiento que se hizo de cierto número de congregantes para servir de mentores a los recién venidos. Como la elección es sumamente honrosa para ellos, considero un deber recordar aquí sus nombres. Para la primera sección se nombró a los Sres. Tavernier, de Magallon y Mouranchon, y para los jóvenes a los Sres. Maurin, Lantelme y Chappuis.
Como el ministerio que iban a cumplir con sus colegas tenía mucho parecido con el que ejercen los ángeles, se les dio este nombre. Se puede decir con verdad que este nombre convenía perfectamente y no podía ser mejor aplicado que a quienes iban a llevarlo, tan ejemplar era su conducta y tan puras eran sus costumbres […]
Diario de la Congregación de la Juventud, el 2 de julio 1816, E.O. XVI