Aquí Eugenio toca el corazón de la vocación del Misionero – el único fin de la familia Mazenodiana existe para cooperar con Jesucristo en su trabajo de redención. Un año más tarde, Eugenio describiría a los Oblatos como “cooperadores del Salvador”.
Nuestro Señor Jesucristo nos ha dejado el cuidado de atender y continuar la gran obra de la redención de los hombres.
Es únicamente hacia ese objetivo que deben tender todos nuestros esfuerzos;
mientras no hayamos empleado toda nuestra vida y dado toda nuestra sangre para lograrlo, no tenemos nada que decir;
con más razón cuando todavía no heinos dado sino unas gotas de sudor y algunas pequeñas fatigas.
Carta a Henri Tempier, el 22 de agosto 1817, E.O. VI n. 21