Querida madre, eres la primera a quien anuncio la noticia de la nominación de mi tío, el Abad, como Obispo de Marsella. No he recibido aún el escrito oficial, por lo que te ruego no decirle a nadie, aunque es un hecho ya.
El aspecto de mayor dificultad es que mi tío acepte algo que siempre ha evitado rotundamente. Creo que en conciencia está obligado a hacerlo, debido a las circunstancias y el inmenso bien que podrá realizar.
Carta a su madre, el 4 de septiembre 1817,
Orig.: Chateau des Boisgelin, a St-Martin-des-Pallières
La cuestión era que Fortunato necesitaba aceptar la nominación y no rehusarse. Eugenio escribió a su tío, enumerando todas las razones de porqué creía, en conciencia, que debía aceptar. Después de escribir ocho páginas, concluye con una nota personal, como fundador de los Misioneros:
A todas las razones irrefutables que he alegado, podría añadir muchas más, pero necesitaría demasiado espacio para desarrollarlas. Hay una sobre todo que me afecta enormemente, a la que concedo gran importancia, y sé que por sí sola podría decidirle a Ud., si la conociera bien, y es que su aceptación es necesaria para el futuro de nuestra obra.
Y si yo entiendo bien por donde va la Providencia, Dios en sus designios de protección especial para nosotros, le había reservado a Marsella para Ud. ¡Ah, ella merecía la complacencia del Señor, esta comunidad fervorosa que reproduce en nuestros días todas las virtudes de los más hermosos tiempos del cristianismo!
¡Ay de Ud. si, desconociendo su vocación, rechaza ese noble protectorado del que depende la salvación de tantas almas…!
Carta a su padre y a sus tíos, en Palermo, el 6 de septiembre 1817, E.O. XIII n. 11