Durante la ausencia de Eugenio de Aix, la vida comunitaria y apostólica continuó normalmente en la casa de los Misioneros. Había actividades diarias de predicación y los sacramentos, la Iglesia de la Misión, la Congregación de los Jóvenes se reunía dos veces por semana, los novicios continuaban con sus actividades de formación y estudios y se preparaba la siguiente misión parroquial. Esta carta hace referencia a la misión en Arles, predicada en cooperación con los Misioneros de Francia del 2 de noviembre hasta mediados de diciembre.
Dirigiéndose al joven Hippolyte Courtès, se refiere a la persecución de que son objeto y recomienda el consejo de Pablo en Romanos 12:21, “No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien”.
Los misioneros que van a Arles te llevarán, mi querido amigo, otra respuesta tardía a la carta que has tenido la bondad de escribirme, el 29 de agosto..
Creo que sigues los ejercicios de la casa. Sigue, mi querido hijo, dando el buen ejemplo de la regularidad, de la modestia, de la obediencia y de todas las virtudes religiosas. Sólo con esos medios podremos superar los esfuerzos del enemigo de todo bien; seremos invencibles mientras seamos virtuosos. Sélo pues siempre más, es la mejor respuesta que podamos dar a aquellos que nos hacen daño; recemos también por ellos; devolvamos en todas las circunstancias el bien por el mal..
Carta a Hippolyte Courtès, el 22 de octubre 1817, E.O. VI n.27
Eugenio se refiere a las palabras de Jesús, “Amad a vuestros enemigos, haced bien a quienes os odien, bendecid a quienes os maldigan, rogad por quienes os maltraten” (Lucas 6:27-28). Encuentro la luz que estas palabras dieron a Dostoevsky, al mantener el espíritu con el que Eugenio le escribe al joven novicio:
Hermanos, el amor es un maestro, pero debemos saber cómo adquirirlo, pues es difícil hacerlo; es muy comprado; se gana con trabajo lento, prolongado…
“Los Hermanos Karamazov”