El año 1817 había traído variedad de eventos y emociones. El exitoso ministerio de las misiones parroquiales en los pueblos, el ministerio de la comunidad en Aix misma y el ministerio con la Congregación de los Jóvenes se contraponía a las críticas destructivas y dificultades ocasionadas por algunos de los pastores de la ciudad y sus seguidores. Eugenio llevaba a cuestas todo ello en Aix y después en París, al tratar de encontrar una solución pacífica permanente.
Mientras todo esto sucedía, Eugenio tomó algún tiempo para estar en retiro y poner la situación en perspectiva. Con todas las actividades y la tempestad, necesitaba hacer anotaciones en el mapa de su vida para asegurarse de seguir la dirección que Dios deseaba para él.
Si quiero hacer algún bien, debo mirarme como un hombre enviado por Dios a la tierra para hacer en ella todo el bien que me sea posible hacer durante el tiempo que se me ha asignado, tras el cual la muerte me devolverá a aquel que me ha enviado, quien me juzgará severamente por mis obras. ¡Ay de mí si quedo convencido de no haber cumplido mi tarea!
Penetrado de este pensamiento, tengo que darme prisa a actuar teniendo siempre solo a Dios en la intención, y preocupándome muy poco de las contradicciones de los hombres que, lejos de desalentarme, deben al contrario excitarme más a proseguir mi carrera, ya que esas contradicciones han sido predichas y son el sello de las obras de Dios
Notas de retiro, agosto 1817, E.O. XV n 144
El punto principal fue siempre la oblación – vivir “todo por Dios.” Necesitaba volver constantemente a la dirección marcada por la brújula para mantener todo en perspectiva. Era su “dirección personal” en su GPS.