Al hacer un recuento de su vida, Eugenio se marca propósitos para mantenerse enfocado cada día.
Me fijaré como norma irrevocable de conducta que ninguna cosa en el mundo pueda perjudicar habitualmente mi propio progreso en la vida espiritual
Para esto, es preciso que establezca algunos puntos principales, que serán como las bases para el resto de mi vida.
1º Vivir en gran dependencia de Dios y seguir en todo lo que pueda la regla de la casa para dar ejemplo y sujetar mi voluntad.
Envuelto en los innumerables requerimientos cotidianos de su tiempo, decide mantener su constancia en ciertas prácticas primordiales. A lo largo de su vida lo encontramos perseverando en ellos:
2º Como mis ocupaciones exteriores me apartan con frecuencia y me ponen en la imposibilidad de seguir esa regla en todos los puntos, debo obligarme especialmente a no dispensarme nunca, bajo ningún pretexto, de ciertos puntos esenciales de esa regla. Así, levantarme a la hora de la comunidad, hacer oración, preparación y acción de gracias de la misa. Adorar al Santísimo por lo menos durante un cuarto de hora por la tarde; estudiar al menos una hora al día, etc., leer la Sagrada Escritura.
Notas de retiro, agosto 1817, E.O. XV n 144