Eugenio tenía el propósito de formar a estos jóvenes en un cuerpo que fuera una fuerza de bien en la ciudad. Puesto que eran muy influenciables, durante sus años formativos, era importante que fueran protegidos de personas que pudieran influenciarles negativamente. Tan pronto como pudieran ser capaces de valerse por sí mismos, entonces podrían plantarle cara al poder del demonio con coraje y convertirse en una fuerza de bien en su sociedad.
Evitarán también, en cuanto posible, la compañía de los malos, persuadidos de que se perderá mucho con gente que no teme a Dios, siendo a menudo perniciosos sus malos ejemplos, o al menos, siendo propios para enfriar la caridad y el espíritu de piedad.
Règlements et Statuts de la Congrégation de la Jeunesse, 1813, p. 20
También les contó esta parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?» Lucas 6:39