Para continuar enseñando a los jóvenes que estaban a su cargo como crecer fuertes en medio de influencias negativas, Eugenio hace referencia a la atmósfera destructiva y llena de escándalo de la “sociedad” de Aix:
Cuando los asociados estén en el mundo, y sobre todo cuando, obligados por los deberes o las conveniencia de su estado, se encuentren en esas sociedades ruidosas donde los escándalos hormiguean…
Él les muestra la actitud que tendrían que tener para crecer fuertes y no dejarse influenciar demasiado:
… poniéndose frecuentemente en la santa presencia de Dios, le harán la ofrenda de todos sus afectos, en reparación de los ultrajes que recibe de tantos ingratos, por los que, sin embargo, ha derramado toda su sangre;
Harán también frecuentes aspiraciones hacia él, para evitar que el aire contagioso que están obligados a respirar no enfríe o apague el fuego de la caridad que debe arder constantemente en sus almas.
Règlements et Statuts de la Congrégation de la Jeunesse, 1813, p. 21
A partir de su propia experiencia de conversión, Eugenio había aprendido a mirar a los demás como personas por quienes Jesús había derramado toda su sangre. Su ministerio como misionero era hacer a estas personas conscientes de esta realidad vivificante. Para los cristianos, la clave para la justicia se encuentra en esta actitud.
“Una vez que remplaces pensamientos negativos por positivos, empezarás a tener resultados positivos.” W. Nelson