El ideal de Eugenio de formar a los jóvenes en el amor de Jesucristo debía ponerse en práctica en situaciones reales. Hemos visto cómo lo hizo en cuanto a su relación entre ellos. Ahora Eugenio se enfoca en una realidad común en la vida de los jóvenes del siglo XIX: la enfermedad.
Art. 28. Esta caridad tierna, afectuosa, compasiva, no se desarrollará nunca mejor que en la enfermedad de algún congregante.
Statuts, Chapitre XIII – Obligations spirituelles des congréganistes
Para poder apreciar la fuerza de estas palabras, es importante recordar que el conocimiento médico del siglo XIX no contenía medicamentos como los antibióticos, por ejemplo. Las enfermedades que encontramos en nuestra vida cotidiana actual, eran a menudo mortales. Muchos jóvenes enfermaban y había que cuidar de ellos. Era entonces cuando la Congregación de Jóvenes debía poner en práctica su cuidado mutuo.
San Benito había comprendido la importancia del cuidado de los miembros enfermos en el monasterio, al escribir sus Reglas alrededor de mil trescientos años antes:
Antes y por encima de todo lo demás, los enfermos habrán de ser atendidos. Deberán recibir el cuidado en todo momento como Cristo mismo, pues Él dijo “Estuve enfermo y me visitasteis” (Mat 25:36). Y “Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mat 25:40).”